La elección de pareja sucede en un suspiro en que se conectan neuronas, vivencias sueños. Junto a esto la presencia del deseo. En ocasiones esta elección que es vivida como algo que sucede de manera irreal, como la flecha de Cupido o un rayo que llega desde algún lado de improviso.
Confuso, así de confuso sucede el amor.
El deseo podría ser causa de problemas y también los resuelve cuando concretamos sueños y vivimos algo que parecía inalcanzable, como la experiencia de un amor reciproco, alimentado de sexualidad y romanticismo.
Según Lacan somos seres en falta por eso deseamos y esto hace que seamos compulsivos buscadores de un objeto para ser deseado. Este objeto del deseo es “ese otro”; que necesita ser tenido o responder a la ilusión que nos pertenece. Reafirmando la creencia que nos pertenecerá en la medida que nos eligió.
¿Qué sucede después que algo deseado nos pertenece?
Muchas veces tener lo que se desea hace disminuir el valor que le damos y el poseer conlleva al “dejar de ya no desear. Entonces nos convertimos en buscadores de objetos de deseo y transitamos de manera desorganizada por relaciones sin la experiencia de profundidad y compromiso. Entonces no tranquiliza pensar que no era posible, que no era la persona o no era el momento.
El impulso de llenar ese vacío que habita en la existencia humana hace que deseemos y nos hace buscadores de objetos (para amar) que toman distintas formas. Lo que muchas veces nos aleja del genuino deseo.
El ser humano se encuentra en la encrucijada de establecerse o seguir en ese movimiento nómade hacia un lugar que no se encontrara. Ese es el paraíso perdido, la metáfora es la búsqueda de algo que solo se encuentra si se camina hacia uno -mismo.
Caminar hacia uno mismo en comprenderse en las derrotas del amor, detenerse un momento es la opción a seguir en esa búsqueda compulsivo de llenar ese hueco. Un momento para mirar que deseamos y porque deseamos lo que deseamos.
El comprendernos implica comprender nuestros secretos y eso nos prepara para al amor. Mirar las derrotas como algo de lo cual también somos responsables. No por la derrota en sí, si no por desear lo que impone la cultura, las carencias a cuestas, las creencia aprendidas e ir tras un objeto que creímos que llenaría ese vacío, del cual solo tu o yo podemos llenar.
Encontrar el genuino deseo que dará la vitalidad para amar y recibir amor, es recuperar esa energía amorosa dirigida al objeto perdido y a la aspiración de ser el “deseo del otro” Y aceptar hacernos cargo de llenar esos huecos en falta. Al aceptarnos, la mirada de aprobación es innecesaria. Podremos amar en libertad, sin posesión, sin apegarse a lo bueno y en el aquí y ahora.
Choosing to be my own desire.
24 May 2019
The choice of a partner happens in a flash, in which neurons, dreams and experiences are connected. Along with this, the presence of desire. Sometimes this choice is lived as something that happens in an unreal way, like Cupid’s arrow or a ray that comes from somewhere unexpectedly.
Confusing, that’s how confusing love is.
The desire could be the cause of problems and also it solves them when we make dreams come true and we live something that seemed unreachable, like the experience of a reciprocal love, fed of sexuality and romanticism.
According to Lacan, we are beings at lack, that is why we desire and this makes us compulsive seekers of an object to be desired. This object of desire is «that other»; that needs to be had or to respond to the illusion that belongs to us. By reaffirming the belief that it will belong to us to the extent that it has chosen us.
What happens after something desired belongs to us?
Many times having what is desired diminishes the value we give to it and possession leads to no longer desiring. Then we become seekers of objects of desire and we go through relationships in a disorganized way without the experience of depth and commitment. Therefore, it is not reassuring to think that it was not possible, that it was not the person or that it was not the moment.
The impulse to fill that void that resides in human existence makes us desire and makes us seek objects (to love) that take different forms. This often takes us away from genuine desire.
The human being finds himself at the crossroads of settling down or continuing in that nomadic movement towards a place that will not be found. That is the lost paradise, the metaphor is the search for something that can only be found if the person walks to himself.
To walk towards oneself in understanding the defeats of love, to stop for a moment is the option to follow in that compulsive search to fill that gap. A moment to look at what we want and why we want what we want.
Understanding ourselves implies understanding our secrets, which prepares us for love. Looking at defeat as something for which we are also responsible. Not for the defeat itself, but for desiring what culture imposes, for the deficiencies on our shoulders, for the learned beliefs and for going after an object that we thought would fill that void, of which only you can fill it.
To find the genuine desire that will give the vitality to love and to receive love, is to recover that loving energy directed to the lost object and to the aspiration of being the «desire of the other». And to accept to take charge of filling those missing holes. By accepting ourselves, the look of approval is unnecessary. We can love in freedom, without possession, without attachment to the good and in the here and now.