Ahora comprendemos mejor cómo la depresión incapacita y genera daño en el rendimiento, en la percepción de satisfacción y en la visualización de oportunidades, así como cómo afecta mi entorno, mis relaciones y a quienes amo. También, cómo la ansiedad afecta la vida diaria, la salud física, el cuerpo, la capacidad de concentrarse, de rendir y las relaciones humanas, generando un desgaste en el aparato mental que nos pasará factura.
En la actualidad, la salud mental se ha convertido en un tema de preocupación a nivel mundial. Más de mil millones de personas en todo el mundo sufren trastornos mentales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Chile, al igual que en muchas partes del mundo, se está tomando conciencia sobre la importancia de la salud mental. Comprendemos mejor cómo la depresión y la ansiedad afectan nuestra vida diaria, nuestra salud física, nuestras relaciones y nuestro bienestar emocional.
El país ha experimentado diversas circunstancias que han exacerbado el estrés y la ansiedad en la población. Eventos como el estallido social, cambios políticos, la pandemia y tragedias como incendios forestales han afectado la estabilidad emocional de muchas personas, generando cansancio, pérdida de esperanza e infelicidad.
Según la Encuesta Nacional de Salud de 2017, la tasa de enfermedades mentales en Chile es del 23,6%, con un 15% de la población sufriendo trastornos ansiosos y un 11% con trastornos depresivos. Estas cifras reflejan la urgente necesidad de abordar la salud mental de manera integral.
Es fundamental reconocer que la salud mental va más allá de la ausencia de depresión o ansiedad. Se ve afectada por diversos factores traumáticos, relacionales y sociales, como la violencia doméstica, la falta de comunidad y solidaridad, y un sistema competitivo y desigual.
La depresión es, en última instancia, una dificultad para encontrar la felicidad, influenciada por factores como la falta de recursos, la precariedad emocional y una cultura que promueve estándares inalcanzables de éxito y belleza. La falta de educación emocional y la negación de la expresión de emociones también contribuyen a la insatisfacción y la infelicidad.
Es crucial buscar formas de abordar los trastornos emocionales y reducir las brechas de género, edad y condición social. Se deben ofrecer instancias de apoyo, intervenciones que promuevan la curación, psicoeducación, prevención y espacios de diálogo y aprendizaje mutuo.
Es necesario cuestionar la sobre medicalización en el tratamiento de los trastornos mentales y encontrar un equilibrio entre el enfoque biomédico y comprensivo en la atención de la salud mental. Esto implica comprender las causas subyacentes del malestar y promover intervenciones que aborden integralmente el bienestar psicológico de las personas.
Es urgente replantear el enfoque hacia la salud mental en Chile, priorizando la comprensión integral de los individuos y promoviendo intervenciones que aborden las causas del malestar psíquico. La salud mental es un componente esencial del bienestar general de la población y debe ser tratada con la seriedad y atención que merece. @somos centro rumbos